Sobre mis abuelos y cómo se conocieron
A mediados de noviembre de 1944, mi abuela Ingeborg, leyendo un periódico local, tropieza con una petición a las mujeres alemanas para que escriban cartas de aliento a los soldados en el frente de guerra. Decidió hacerlo y devolvió una carta escrita al periódico. En enero de 1945, cuando ya casi había olvidado la carta escrita, llegó una carta a la casa, provenía del soldado Helmut Heinicke.
Desde ese día, intercambiaron algunas cartas a través del correo del frente. El 25 de febrero de 1945 tocaron a la puerta en Woltersdorf y Helmut allí estaba, parado frente a la casa. Fue amor a primera vista.
Helmut había aprovechado una misión en Berlín para escaparse por dos horas a Woltersdorf, él para ese momento actuaba como espía sobre terreno en el frente oriental contra Rusia. Al día siguiente del encuentro, Berlín fue bombardeada fuertemente. Ingeborg, preocupada por Helmut, temía lo peor. No volvió a recibir cartas y entristeció sin saber si él aún vivía.
Cuando acabó la guerra, la señora Haupt pidió a Inge que la acompañará en un viaje con su hija convaleciente, pues necesitaría ayuda. Viajar por esos días era caótico, muchos quienes habían perdido todo se trasladaban a casas de familiares que aún tenían techo, los trenes iban repletos y las rutas dañadas eran inciertas. El tren tuvo que desviarse y acabo haciendo una parada larga en Aue. Inge recordó el sitio, pues Helmut mencionó su dirección en una de las cartas. Pidió permiso a la señora Haupt y fue a la dirección en las cartas, tocó a la puerta y la atendió Asta Heinicke, madre de Helmut. Esta le contó que Helmut había vuelto hace unos días luego de escapar de un campo de prisioneros ruso y caminar media europa por las noches. Más precisamente sobrevivió la voladura de un puente por el que pasaba el tren de prisioneros, en medio de un ataque con bombas de partisanos bolcheviques.
Helmut no estaba, se encontraba en una cita de odontología. Por unas horas, en tiempos sin telefonía móvil, sus caminos se evitaron. Al día siguiente, Helmut volvía triste tras haberla buscado sin éxito por la ciudad… La encontró en la sala, sentada en el sofá. Caminarían juntos hasta la muerte, dejando 5 hijos, 9 nietos, uno de esos, yo.
Amor en tiempos de guerra.
Tony Varela, Mainz 8.04.2023
Increíble historia 🤍para reflexionar acerca de la prisa e inmediatez que exigimos en las cosas