Amigo mío. Se fue así sin más, simple para ser verdad. La vida ES verdad.
Amigo mío. Deja que el dolor profundo fluya en tu cuerpo, no impidas ni una gota. Abandona la resistencia, no vistas de fortaleza tu humanidad, no juzgues tu fragilidad. Llora, tus lágrimas están llamadas a ser, con razón y misión.
Amigo mío, protege el tesoro de tu duelo. Hazlo tuyo y solo tuyo, abrázalo en consciencia y gratitud. Trae consigo la revelación del amor, prepara tu corazón… Para la despedida honrosa en cuerpo, para el perdón.
Amigo mío. Siente en tus entrañas el manantial de ágape, vestido de aflicción. Pues cada esquirla de tristeza, por un momento, adorna la unión. La sangre de tu padre andante en ti, aquí… Más la unión no necesita ser manifiesta. Es Intemporal, inmaterial. Sólo siéntela.
Amigo mío, abandona tus lamentos y esquiva los de otros. Báñate en cascadas de vida, porque morir es renacer. Para tu padre una desconocida aventura, para tí un descubrimiento del ser. Acepta con humildad y rectitud, la vida ES.
Amigo mío. Levanta el ánimo y camina, ama y cultiva. De ti depende abonar tu legado. Sé compasivo, presta tu hombro para consolar, pero a nadie robes su propio duelo. Eres todas las posibilidades posibles. Elige con entusiasmo, la muerte es siempre una posibilidad.
Amigo mío. La muerte enseña a transmutar. El dolor y el amor. Que el dolor te enseñe a vivir sin miedo a la muerte, que el amor te enseñe que solo el cuerpo es pasajero.
Amigo mío, te abrazo y presto mi hombro por un rato.
Tony Varela, Bravamar 26.04.2021