El caballo que somos
|| Reflexión sobre salud, ritmo y estrategias.
Hoy madrugo a escribirte, primera luz del día en Sicilia. Mi esposa e hijas aún duermen, escucho las olas rompiendo en acantilados, el canto minucioso de pájaros. La vista al Golfo de Castellammare cautiva, seguimos recargando. El tiempo con mis hijas me llena e inspira, hace ya 5 años que no viven conmigo, desde que decidí separarme. Así que con mi mejor energía, aquí voy.
Mi carta de hoy nace de la llamada con un cliente, apenas colgué el teléfono supe que quería escribir sobre esto, es importante. El título en cambio, se remonta a unos quince años. Por entonces viajaba por Colombia explorando su vasta naturaleza, diseñando experiencias que luego aparecerían en catálogos europeos. Amé esa época. Hoy me sorprende gratamente que una anécdota de antaño se cuele en mi escritura, para hablarles de salud en esta carta. Viva la metáfora.
Fueron tres días a caballo. Mi guía: un llanero de unos 50 años, Héctor. Hombre fuerte y de cicatrices con piel, no al revés. La violencia que leía en libros de historia había sido su vida. Atravesamos ríos del Meta y parte del Vichada, regiones remotas y salvajes de mi hermosa Colombia. Regiones con décadas de violencia encima, el turismo por entonces era un aviso de paz. Conocí las arañas más grandes del planeta (a mis ojos), yo un aracnofóbico mayor, la pasé muy mal. En fin…
“Uno cree que manda al caballo, pero vea… no lo trate usted bien y vea, lo manda al piso cuando quiera” — algo similar habrán sido sus palabras, la conversación también duró tres días. Una década le dediqué al turismo, que belleza esto que me deja.
Nuestro cuerpo vendría a ser nuestro caballo, literalmente… El caballo que somos. Uno noble, fuerte, leal. Pero incluso el mejor caballo se quiebra si lo fuerzas demasiado. Mi cliente llevaba meses cabalgando sin pausa. Agenda extenuante, presión, responsabilidad sobre mil personas. Un jinete brillante y fuerte, capitán de batallas que lidera desde el ser. El caballo lo echó a la lona, una semana en cama, fiebre, quiebre total.
Hay una cierta paradoja, ya la he vivido en carne propia. Encarnamos la productividad al punto de perder el recurso más valioso para ser productivos: la salud. ¿Qué tan productiva es una semana en la lona? Tumbados en el suelo… cuerpo y alma, caballo y jinete. Ya tenía razón Héctor, un caballo te lleva a donde quieras - lejos, muy lejos. Pero somos guardianes, no jinetes de apuestas… Sin pausas y a toda mecha, no aguantará. Podrás soltar tu caballo cojo o dejarlo en el camino, caminar cual jinete ofendido, pero ya sabes… Con salud se avanza mejor, a caballo es más rápido.
Siempre hablo a mis clientes de hacer equipo con el cuerpo, es la estrategia ganadora en las 140.6 millas de un Ironman, en los 42 kilómetros de una maratón, y en las largas jornadas de trabajo de nuestra carrera profesional. Esta última suele convertirse fácilmente en un sprint sin fin, pero al caballo que somos hay que darle lo que necesita. Admiro la capacidad de estos líderes empresariales de construir y liderar equipos, deseo que puedan también hacer equipo con sus cuerpos. El caballo que eres necesita de vínculo. Y no se trata de abandonar el camino, cambiar el destino o ir a media marcha. Se trata de algo muy sencillo, la debida pausa. A veces opto por usar un nombre más sexy, reset estratégico o reset fisiológico, pero viene a ser la pausa a comer pasto de tu caballo.
Prueba esto. Cada 90–120 minutos (tiempo que suele durar la ventana más productiva y creativa de nuestro ritmo ultradiano) realiza una pausa, 2 a 3 minutos. Suelta todo (sobre todo el teléfono, noticias o redes son todo lo contrario a pausa) y respira conscientemente, por la nariz, exhalaciones más largas que las inhalaciones. Estira un poco el cuerpo, o levántate y camina. Basta, sencillo, lo que te apetezca o encaje mejor en tu contexto. Ten las agallas de proponerle la pausa a tu jefe si es necesario, es por el bien de la empresa, la ciencia respalda esto con creces. Envíale esta carta. Y si eres tú el líder, vigila que todo tu equipo también lo haga. No irías a por Troya con tu ejército sobre caballos decrépitos.
¿Cuánto cuesta una semana enfermo? ¿Hará falta aplicar finanzas sobre qué estrategia es más rentable? No, no hace falta. Hace falta vínculo con el caballo que somos. Mil consejos allá afuera sobre salud, bienestar, etc. Tantos ya que desorientan. Luego nada germina si falta esta sensibilidad, el suelo fértil de hacer equipo con tu cuerpo. Cardio, sueño, nutrición, respiración, meditación… todas semillas, de todas te puedo hablar y lo seguiré haciendo, pero el suelo fértil es tu relación con tu cuerpo. Recuerda, nada de malo tiene el estrés, malos los jinetes que reventamos el caballo. La salud no es la ausencia de síntomas, es tu mejor versión de ejecución.
Necesitas de tu cuerpo para llegar a tu destino, profesional, deportivo y en todo sentido. Toma acción, ajusta la estrategia, cambia el chip. Pensé que esta metáfora del caballo podría ser un gancho. ¿Te hace sentido?
Gracias por tu tiempo y atención.
Hasta la próxima.
Coach Tony
Exponential Health Coach (IQUIM) | Endurance Coach | Life Coach
PD: Agradezco las respuestas y reflexiones generadas por mi carta anterior (aquí la puedes leer), definitivamente hablar de nuestros hijos es de sensibilidad mayor. Por cierto, se me ocurre en este instante mencionar que en verano llevé a mis hijas a hablar con caballos, literalmente. Una granjera de mi zona ofrece terapias de conexión con caballos. Fue impresionante aprender cómo comunican. A fin de cuentas, la metáfora de hoy es real. Metáfora si, ficción no. Ahora sí Adiós.