El ladrón invisible de tu energía
Escucha la versión audio leída por mi aquí:
Carta número 10, un mini hito para mí que quiero celebrar. Gracias por acompañarme en este experimento. Ha sido muy bonito darme cuenta de que hay un eco, que a la persona que a lo mejor menos esperas, has podido servir. Hoy vuelvo a escribirte desde mi balcón, el sol mitiga el frío que ya empieza a ganar terreno. La vista hermosa, aquí voy.
En la anterior carta mencionaba lo esencial que es reconocer lo verdaderamente importante y tener la intención y la energía para vivirlo. Cada día un poco, no más adelante cuando supones tendrás el tiempo, espejismo tal vez. Pues bien, de mi propia experiencia y de mis conversaciones con coachees, se que hay un ladrón que llevamos bien sentado en el hombro, cual loro de pirata, capaz de robarse hasta toda nuestra energía, en tiempo récord. Ese loro lleva megáfono y a veces nos grita al oído, como para que no escuchemos la vida que tenemos enfrente, en el momento. Se llama preocupación.
Si la preocupación gobierna, pagas un precio fisiológico altísimo. No te creas tú que eso se queda en la mente, esa energía rasca en el cuerpo. Dispara tu irritabilidad, disminuye tu tolerancia, todo esto en detrimento de tus relaciones, tu rendimiento y longevidad. Desbocadas las hormonas del estrés, tu respiración se acorta, tu pulso se acelera, tus músculos se tensan y el sueño reparador se hace más esquivo. Biológicamente tendemos a la vigilancia, el cerebro detecta antes el peligro que la calma y sobrevivimos gracias a eso. Pero cuando te preocupas más de la cuenta y sin darte cuenta, el loro ya no solo lleva megáfono, sino que saltó a la cabina de mando y te quitó el timón.
MINI-ENCUESTA
Imagina que tu energía diaria es la batería del celular. ¿Cuánto crees que la preocupación te consume?
Las ideas de Carl Gustav Jung son para mí una gran guía para volver a puerto. Sus reflexiones ayudan a entender por qué la mente se aferra e invitan a recuperar el timón una y otra vez, cada que el loro pirata (la preocupación) quiere pilotar tu barco, tu vida.
La preocupación se siente como “estar sobre el tema”, pero muchas veces es un motor encendido en neutro. Imagina que llegas a casa y dejas tu auto encendido hasta la mañana siguiente,que daño y desperdicio, para el ambiente, para el carro y para tu bolsillo. Además se vuelve hábito, así que debemos entrenar la capacidad de apagar (o como propone Jung, transformar). Pero te invito a entender primero un poco mejor la naturaleza de tus preocupaciones, siempre hay que tener claro QUÉ queremos transformar.
Jung distingue entre el Ser y la Persona. Para funcionar necesitamos ser Persona, nos ponemos un traje y ello cumple un rol útil para integrarnos y funcionar en distintos contextos sociales (trabajo, familia, grupos, redes). Cuando confundimos el traje con quien lo lleva, nuestra sensibilidad al fallo aumenta y cualquier desvío de nuestra expectativa se vuelve una amenaza, el loro empieza a rumiar. En tiempos modernos de métricas y ranking por doquier, nuestra tranquilidad queda a merced de la indomable evaluación externa. El loro se viste de buitre y nace la ansiedad, nuestra energía, disposición, atención, salud… en picada.
¿Quién eres realmente? Es importante que te respondas de vez en cuando y con corazón valiente, a esa cruel pregunta. Si te quitas todos los trajes habidos y por haber —¿quién eres? Responderte calibra tus sensibilidades todas, podrás vivir más tranquilo y guardar tu mejor energía para lo realmente importante.
Claro que existen las preocupaciones de pan y techo, de desempeño y resultados; los desafíos reales de cada vida. Allí quieres llegar con la batería al 90% o más, como cuando te paras en la línea de partida. Por eso a mis atletas en carrera les digo: declara tu resultado objetivo y, acto seguido, suéltalo. No quieres gastar la energía que necesitas exigiendo lo que no controlas. La opinión que suscite tu traje tampoco la controlas. No es la flecha, es el indio, decimos entre ciclistas. No es el traje, es el ser.
Para distinguir entre preocupaciones reales y trampas del ego, aquí una herramienta en forma de preguntas:
¿Esto me pide una decisión o solo me pide darle vueltas?
¿Hay un paso concreto con fecha que pueda dar (lo pongo en calendario y mitigo el volumen del loro) o solo estoy “ocupado antes” (prae-occupare), con el motor encendido desperdiciando?
¿Estoy usando un resultado para orientarme o para definirme?
Sobre la pregunta dos, un lema potente que llevan muchos de mis clientes en la frente: “cross the bridge when you get to the bridge” —cruzas el puente cuando llegas al puente. Poner fecha convierte la preocupación en acción; si no puedes fecharla, cuestiónate a fondo su naturaleza. Recuerda a Jung, francamente… se trata de tu salud.
Suelta un poco. El ego te ata unas riendas y te convence de que, si sueltas, el caballo se desboca. Pero el caballo - la vida - tiene ritmo propio. Confiando un poco aparece un orden que te puede sorprender. A veces nos preocupamos al punto de represar el río de gozo en el que podríamos meter así sea el pie, para probar… Nada más refrescante que un chapuzón en agua fría que baja de la montaña.
Preguntas para ti:
1. ¿En qué río intentas construir una represa?
2. Estoy considerando grabar un audio-training con recursos de lenguaje y visualización (PNL) para cambiar la forma en que nos relacionamos con la preocupación. ¿Te gustaría que lo envíe? Si te interesa, respóndeme ‘sí’.”
Comparte este correo a alguien que ames y quisieras que se preocupara menos. Puedes suscribirte a mis cartas aquí: https://tonyvarela.com/cartas-semanales
Gracias por tu atención y hasta la próxima semana.
Un abrazo,
Coach Tony
Exponential Health Coach (IQUIM) | Endurance Coach | Life Coach