Estrés, ven a mí
| Nada crece sin estrés; liberarlo a tiempo es tu responsabilidad.
Escucha la versión audio leída por mi aquí:
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Hoy escribo con la luz tenue, apenas amaneciendo. Desde mi balcón, agradecido.
Después de la última carta compartí un par de ejercicios de visualización y recibí mensajes hermosos de agradecimiento. Algunos me contaron que el día de su carrera sintieron como si ya la hubieran hecho, que todo fluyó. Incluso una persona lloró de emoción durante la visualización, y luego en su carrera pudo vivir el momento tal cual, por segunda vez. Eso me confirmó, una vez más, que la mente y el cuerpo no distinguen mucho entre lo imaginado y lo vivido.
Y lo mismo ocurre al revés. Basta con algo tan simple como la respiración para que el cuerpo reciba una señal inequívoca: todo está bien. Tu mente puede que divague hacia otro lugar, preocupada o distraída, pero el cuerpo interpreta esa respiración como seguridad y baja su estado de alerta. Es un reset fisiológico, más allá de lo que pienses. Claro, está el mindfulness que enseña a calmar la mente, es algo tremendamente bueno que a todos les recomiendo, pero lo que quiero promover hoy es: con el solo acto de respirar de la manera que te quiero compartir, puedes darle al cuerpo la instrucción clara de que todo está bien, así el contexto real o imaginado no haya cambiado.
Quiero aquí tender el puente a mi tema de hoy: el estrés. Mucho hablamos de él como si fuera malo, un enemigo, algo que debemos evitar. Pero la verdad es que el estrés es nuestra respuesta natural ante un reto, y eso lo convierte en potencial detonante de crecimiento y adaptación. Observa la naturaleza, las plantas que enfrentan el viento o una sequía y se hacen más fuertes. Un león se activa por completo cuando caza, pero después descansa profundamente. Estamos diseñados biológicamente para lo mismo: alternar entre activarnos y recuperarnos.
Lo único malo del estrés seríamos nosotros si no sabemos gestionarlo. Hay además un mito a desmontar y es creer que estar ocupado, estresado y sin tiempo es señal de éxito. Estudios (por ejemplo, Bellezza et al., Harvard Business School, 2017) muestran que las personas perciben a quienes siempre están ocupados como más competentes y de mayor estatus, aunque en realidad esto no se correlaciona con mayor productividad. La psicología organizacional ha mostrado que muchas personas asocian la “agenda llena” con estatus y valor social, es una trampa del ego que nos puede costar tiempo, resultados y salud. Pero la realidad es que el alto desempeño no viene de acumular estrés, sino de liberarlo a tiempo. La verdadera productividad, como en el deporte, está en trabajar con el cuerpo, no contra él.
En los deportes de resistencia el estrés físico es lo que nos hace crecer. Pero si no descansamos y compensamos al cuerpo, aparece el sobreentrenamiento. Lo mismo pasa en la vida: el reto nos fortalece, la acumulación nos quiebra. Por eso, el juego nunca es evitar el estrés, es saber cuándo y cómo soltar. Aquí te quiero compartir una herramienta muy simple y potente.
Inhalar cuatro segundos por la nariz y exhalar seis nos conecta con el nervio vago y activa nuestro sistema interno de calma y regeneración. Haz de cuenta que quieres mecer a un niño en su columpio: si empujas en cualquier momento, sin orden, podrás hacerlo hasta con fuerza, pero el niño no lo disfrutará, su amplitud (lo alto que llegue el columpio) no aumentará. Si en cambio lo haces con ritmo, empujas en el momento justo que llega a ti en su punto más alto, podrás hacerlo incluso suave y el columpio oscilará cada vez con más amplitud y armonía, el niño se divertirá. Tal cual ocurre dentro de nosotros: la respiración que te propongo amplifica la variabilidad natural de nuestro corazón, le recuerda a nuestro sistema nervioso cómo moverse con flexibilidad entre activación y calma. Eso nos hace más resilientes, más eficientes, más capaces de recuperarnos tras cada sacudida. El niño feliz en el columpio vendría a ser nuestro cuerpo que agradece tu respiración.
|| “El estrés no es tu enemigo. Es la ola que te empuja a crecer.”
Arianna Huffington dice en su libro Thrive que bastan 90 segundos para que la ola inicial del estrés empiece a bajar si intervenimos con consciencia. Y la ciencia de los hábitos nos muestra que incluir pausas tácticas cada 90 a 120 minutos suele ser mucho más productivo que seguir de largo. No se trata de distracciones —scroll, notificaciones, noticias—, eso no cuenta como pausa; solo añade estímulos. Se trata de verdaderos resets: respirar de esta manera es para mi el más poderoso.
Para ayudarte a practicarlo, quiero dejarte hoy un audio-training muy especial, de los que yo personalmente más uso y recomiendo. Te dejo dos versiones. Una primera, donde te acompaño con mi voz y te explico qué sucede en tu cuerpo mientras respiras (escúchala aqui). Te recomiendo usar esta versión las primeras veces. Y una segunda, solo con el tono guía, para que la uses cuando quieras como herramienta rápida en cualquier momento del día (escúchala aquí).
En el ámbito laboral necesitamos una nueva manera de relacionarnos con el estrés. Las empresas más visionarias ya lo han entendido e integran espacios de mindfulness, pausas conscientes y entrenamientos de respiración porque saben que el descanso es inversión productiva. No se trata de trabajar menos, sino de trabajar mejor, con la flexibilidad de un cuerpo que sabe soltar y volver a enfocarse.
Mi invitación es que lo pruebes en tu propio día —regálate 90 segundos de respiración resonante entre bloques de trabajo, mi audio-training te enseña cómo hacerlo— y que luego lo lleves a tu equipo, a tu organización, a quienes te rodean. Imagina una cultura donde las pausas no son vistas como pérdida de tiempo, sino como la base para sostener la creatividad, la excelencia y la salud.
Si esta carta te sirve, compártela con alguien a quien los 90 segundos podrían cambiarle el día.
Al final, 90 segundos pueden cambiar tu día, tu salud y tu manera de liderar.
Un abrazo,
Coach Tony
Exponential Health Coach (IQUIM) | Endurance Coach | Life Coach