Si del cielo te caen limones…
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|| La actitud será siempre el factor multiplicador
Si a veces te sorprendes nadando en lamentos, o incluso alguna vez te has ahogado en ellos, esta carta resonará contigo. Quiero resaltar un aspecto poderoso más, de tantos, que esconden los deportes de resistencia (o de resiliencia, como también me gusta llamarlos). Te enseñan a hacer limonada, tal cual. Ya nos vamos a eso.
Hoy domingo siete de diciembre escribo ya para el atardecer. Brisa agradable y sonido del mar, el cielo empieza a vetearse color naranja, nubes de tormenta en el horizonte que por aquí ya no pasarán. Me encuentro en Punta Roca, cerca de mi ciudad Barranquilla. No logré escribir antes, han sido dos semanas muy movidas, muchos encuentros y reuniones, muchas conversaciones enriquecedoras, profundas y divertidas con amigos y clientes. Siempre que vengo a Colombia, el tiempo pasa más rápido. Y bueno… para escribir estas cartas siempre necesito alejarme del afán, es mi ritual.
En la anterior carta presentaba nuevamente la herramienta de visualización guiada, compartí una que diseñé específicamente para el Ironman 70.3 Cartagena que muchos lectores y algunos clientes afrontaron el pasado domingo. Me genera mucha satisfacción saber que sirvió a tantas personas y agradezco los mensajes recibidos. Hubo quienes solían ponerse nerviosos antes de entrar al agua y esta vez permanecieron tranquilos, otros recordaron lo visualizado e hicieron en la carrera tal cual lo que habían practicado en sus mentes, sintieron el déjà vu. Hubo quienes cruzaron la meta con las mismas emociones visualizadas, también los que fueron sorprendidos por los planes divinos y supieron hacer limonada.
Una persona fungió de maestro inspirador para esta carta, mordió los limones y perdió energía en la amargura, su carrera se vino a pique. Y así pasa, no solo en carreras, también en lo cotidiano de tantas situaciones en nuestras vidas. Cada uno se presenta a la línea de partida con un plan y con deseos, luego y como diría mi esposa: Dios reparte lecciones y cada uno a su salón de clases. Ser un aprendiz eterno significa también reconocer las enseñanzas en cada tropiezo, idealmente justo en ese momento. Y como ya les decía, los deportes de resiliencia, también el triatlón, son una buena escuela.
Hay una cualidad esencial que todos debemos pulir. En carreras largas como la vida, también en triatlones de media y larga distancia. Está incluso por encima de toda preparación física y mental, es multiplicador como toda cuestión de actitud. Hay una fórmula que me encanta, es de Victor Küppers y la mencioné ya en una carta anterior. (Conocimientos + Habilidades) x Actitud. Yo quise añadir el elemento exponencial y la tengo en mi inicio de pantalla en el teléfono así: (C+H)·Aˣ
Podemos reescribirla para cuestiones del deporte también: (Preparación física + Preparación mental) x Actitudˣ. La buena preparación física suma, la mental por supuesto también. Pero la actitud es la que multiplica y si es cero, anula lo anterior. Simple como las matemáticas. En mi opinión la actitud también se entrena, pero necesita de un motor de arranque y algo de corriente para desplegarse. El motor de arranque sería la humildad, la corriente sería la presencia.
Gracias por tu atención y tiempo.
Hacer limonada cuando del cielo te caen limones es cuestión de actitud, ya lo decía el maestro Willie Colón cantando sobre Simón.
Procuremos siempre tener la confianza para declarar el resultado que deseamos, las palabras tienen poder, sobre todo cuando dimos lo mejor de nosotros en un proceso. Acto seguido tengamos la humildad para no exigirle resultados a la vida, tampoco a las carreras. Y esto no va de gritar: “exijo que las cosas se den así y asá” - no, esto va de una voz interior silenciosa que debemos dominar en cruda franqueza, de lo contrario es el grito que abre la boca a los limones. A esto me refiero con humildad, a no poner expectativas sobre lo que no controlamos. Esto se entrena, pero tiene mucho trabajo interior.
La presencia es importante porque cuando de repente los limones empiezan a caer, empezamos a proyectar. Hacia adelante para lamentar lo que tal vez ya no será y/o hacia atrás para reclamar toda la energía invertida en aparente vano. Solo estando presentes podemos navegar la situación, ajustar las veletas al viento. De poco sirve gritarle al viento que sople como queremos.
Quiero añadir el factor tiempo. La propia experiencia, pero también guiar a tantos otros atletas, me ha enseñado que el tiempo que demoras en el lamento es directamente proporcional a la posibilidad de perder no solo el resultado deseado, sino también el disfrute por lo que haces. Es importante “cambiar el chip” rápidamente —reconocer y aceptar la situación desfavorable y en 3-2-1 rastrear lo que sí podemos hacer en ese momento, lo que sí está en nuestras manos y pasar a la acción. En ese momento, corto pero decisivo, se decide mucho. Quedarse en la frustración de lo que aparentemente ya no será posible, es morder limones. Así que a hacer limonada.
Los escenarios para ejercitarse en esto son muchos, cada sesión de entrenamiento es uno. Si el fondo del fin de semana no va como querías, vigila no entrar en lamentos, ajusta y sigue. Son muchas las ocasiones en las que no es el cuerpo, sino la mente vía frustración, la que nos lleva a detenernos. Lo veo semana a semana. He allí la escuela.
La danza con la incomodidad solo es posible si estamos presentes.
Cada uno de nosotros ha vivido ese punto exacto donde la vida nos cambia el viento. Y cada uno decide, desde su presencia, cómo ajustar las velas. Si quieres compartir conmigo alguno de esos momentos —de carrera o de vida— estaré encantado de leerte. Tus historias también alimentan estas cartas.
Gracias por tu atención y tiempo.
Hasta la próxima.
Coach Tony
Exponential Health Coach (IQUIM) | Endurance Coach | Life Coach